Yo, Braulio... el Emperador
Tras más de un cuarto de siglo ahí, se le ha caricaturizado como presidente no de Unicaja sino de Micaja
TEODORO LEÓN GROSS
Jueves, 30 de enero 2014, 02:05
A Braulio Medel le gusta retratarse en su despacho junto a un tablero de ajedrez. Es algo que va más allá del narcisismo. Desprecia tanto ... a los periodistas que ha preferido siempre darles él su metáfora ya hecha, para evitarles la tentación de equivocarse calificándolo quizá de 'corredor de fondo', una imagen menor aunque haga jogging. Así es como ha logrado aparecer retratado en decenas de artículos como ajedrecista. Claro que quizá eso mismo ya acredita que lo es: cada movimiento suyo está calculado. Y la metáfora sin duda encaja con su sentido estratégico y el instinto depredador bajo una mirada plúmbea. El tablero es una guerra, como decía Bobby Fischer, que parecía Sun Tzu; y unos cuantos colegas y políticos ya han mordido el polvo con Medel, desde Pulido a los curas de Cajasur, de Arenas a Mafo. Ahora el triunfo sobre CEISS, la suma de Caja España y Caja Duero, le avala: en 2011 supo aguardar, con la morosidad en Unicaja al 5% y en la entidad castellana al 7%, y el tiempo le dio la razón porque un año después Unicaja estaba al 6% pero ellos disparados al 20%, otorgándole a Braulio una posición ganadora con la que ha mantenido la presión hasta que la fusión va a ser una absorción matriz-filial bajo sus condiciones estrictas. Jaque, al borde del mate.
Medel, como Kurt Cobain, seguramente podría decir «prefiero que me teman por lo que soy a que me amen por lo que no soy». No es un tipo amable pero sí notoriamente temible. Su huella en la ciudad no le ha granjeado grandes simpatías -a pesar de la marea verde del basket-, pero sí respeto. Se le reprocha haber racaneado en obra sociocultural, pero él puede exhibir la solvencia de la caja. Sabe a lo que juega. Como el mítico Capablanca, elimina la hojarasca del tablero y se concentra en lo esencial. En la partida con CEISS, ya acorralados, hizo un órdago de canje por los preferentistas, sabiendo que tiraba por lo alto, y otro envite al FROB para garantizarse doscientos millones largos. Ha ganado; y si demora el jaque mate es para cerrar las garantías y rematar su estrategia de acoso y derribo con un ERE que recorte aún más la otra plantilla -solo son negocios- sin que le tiemble el pulso. Un desenlace con sangre fría a la medida del ajedrecista impasible.
El sello de Medel ha quedado de nuevo en el tablero; donde ha evitado los errores de otras fusiones apresuradas. Tras más de un cuarto de siglo de personalismo, se le ha caricaturizado como presidente no de Unicaja sino de Micaja. Siempre ha dominado la técnica ajedrecista de sacrificar fichas menores o molestas. Está persuadido, como en la humorada de 'Amanece que no es poco', de que los demás son contingentes, y sólo él necesario. Su mayor éxito es que eso haya dejado de parecer un chiste. En el tablero es el Rey; o, como le han llamado los suyos, el Emperador: 'Yo, Braulio'.
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